EL ACEITE DE OLIVA Y EL SISTEMA INMUNE
Wed, 05/12/2012 - 00:00
En los últimos años, los ácidos grasos poliinsaturados, en concreto O3 y O6 (AGPI), han recibido una gran atención como componentes de la dieta y como supresores de las funciones inmunes, motivo por el cual se han aconsejado en diferentes desórdenes de naturaleza inflamatoria, en enfermedades de carácter autoinmune tipo diabetes tipo 1, celiaquía, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, artritis reumatoide, fibromialgia, esclerosis múltiple, psoriasis, vitíligo etc. Pero esta supresión del sistema inmune puede llevar a una reducción significativa de la protección del individuo frente a microorganismos de naturaleza infecciosa (virus, bacterias, hongos y parásitos).
Sin embargo, el consumo de aceite de oliva (constituido básicamente por ácidos grasos monoinsaturados AGMI-ácido oleico) modula también algunas de estas funciones, sin reducir la resistencia inmune del individuo frente a agentes de naturaleza infecciosa.
Bajo esta premisa, podemos afirmar que la ingesta de aceite de oliva puede contribuir a la reducción de la actividad inflamatoria observada en algunas patologías crónicas caracterizadas por desórdenes inmunes, sin agravar la susceptibilidad del organismo a agentes patógenos (1).
Ante dietas en las que queramos dar un plus de alimentos con acción antiinflamatoria, debemos aportar ácidos grasos poliinsaturados (aceite de onagra, borraja, pescado, lino, nueces, avellanas...), sin olvidar los ácidos grasos mono insaturados como los que contiene el aceite de oliva virgen.
(1) Información abstraída del trabajo de revisión publicado en Dialnet: Localización; Nutrición hospitalaria; Órgano oficial de la Sociedad española de nutrición parenteral y enteral, ISSN 0212-1611, Vol.25, Nº1, 2012, pag.1-8
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